Los niños manipulan ¿mito o realidad?
“Si no me prestas tu juguete no te invito a mi cumple”. Frase célebre donde las haya, sobre todo alrededor de los 5-6 años.
Hablemos de manipulaciones verbales en la infancia. Existen, sí, y si bien son recursos inconscientes derivados de necesidades emocionales no cubiertas, merecen una atención particular. Sobre todo si son recurrentes y se instauran como estrategia de relación por parte de los niños.
Pero entonces ¿los niños manipulan?
Alguna vez seguro habrás escuchado (¿o pronunciado?) la frase. “Los niños manipulan”. Muchos adultos están convencidos de ello, otros ponen condiciones y tienen dudas (pero no lo niegan del todo). Otros argumentan e hilan más fino, agudizan el enfoque. Y en este último apartado quiero entrar.
En este artículo me refiero a niñas y niños con una capacidad verbal ya desarrollada, quizás a partir de los 3 años y, especialmente, entre 5 y 7 años. Voy a hablar de manipulaciones verbales, que sí las hay, surgidas del miedo, la inseguridad y la falta de autoestima. Son, en resumen, un mecanismo de defensa.
¿Qué las produce?
Layla Hernández, maestra, acompañante y formadora de equipos docentes y pedagogías activas, explica que las manipulaciones verbales se dan sobre todo por miedo y como reacción automática. Son un reflejo de una necesidad emocional no cubierta y no producto de una intención consciente o malintencionada por parte del niño.
“Los niños pueden sentir temor a ser rechazados, perder poder o mostrarse débiles ante su iguales. Y entonces recurren a ciertas expresiones para evitar que ocurra aquello que les genera angustia o miedo”, afirma. A ciertas edades en las que la socialización supone una medida del propio autoconcepto, ser aceptado puede traducirse casi en una forma de sobrevivir en el grupo.
En cuanto a las reacciones automáticas, éstas se dan sobre todo a causa de una baja autoestima o como una expresión de la propia inseguridad. ¿Qué significa esto? Que las frases que el niño (o la niña) utiliza son, generalmente, una proyección de sus propios procesos emocionales y entonces pretende que los otros se sientan culpables o avergonzados y modifiquen aquellos comportamientos que le remueven esa inseguridad.
¿Cómo se define un niño/ una niña que manipula?
Hay varias señales en la comunicación de un niño / una niña que nos pueden indicar que se trata de un intento de manipulación verbal. En concreto:
- Exigen que la otra persona deba adivinar lo que desea. Esto se puede dar con adultos o iguales. Es a la vez una búsqueda y necesidad de atención posiblemente vinculada con una baja autoestima.
- Se resisten a pensar como el otro. Esperan que sucedan las cosas según su deseo, tal y como se lo imagina.
- Presiona hasta que la otra persona cambia de parecer. Discute, llora, grita, busca dar lástima, hasta convencer.
- Amenaza enumerando las consecuencias de hacer lo que quiere el otro. (“Si no juegas conmigo no te invito a mi cumple” ¿recuerdas?)
- Obedece para evitar hacer daño y que el otro se separe. Sí, complacer constantemente puede convertirse en un mecanismo de manipulación.
- Se repite el ciclo continuamente.
- Detecta las debilidades de otros y las usa a su favor. Esto quizás pueda presentarse en niñas y niños mayores que ya son más conscientes del poder de las palabras y su efecto en otras personas.
Qué hacer si tu hijo es “manipulado”
Si bien la escuela puede ser el lugar en el que más podrían darse este tipo de dinámicas, madres y padres (y cuidadores en general) pueden estar atentos por si su hijo estuviera siendo parte de algún circuito de manipulación verbal. Bien como emisor o receptor de los mensajes.
En el parque y, más allá de la pandemia, espacios en los que haya la oportunidad de compartir con compañeros del niño, la observación sensible es una aliada fundamental para proteger y orientar a quien pudiera estar recibiendo manipulaciones verbales.
Algunos ejemplos de éstas pueden ser: “si no haces X no voy a jugar contigo / no voy a ser tu amigo-a / no te voy a prestar mi juguete”, y otras en esa línea.
Cabe destacar que los niños que suelen recurrir a este tipo de expresiones son aquellos que las han aprendido por referencia de adultos con quienes hayan tenido contacto. No necesariamente sus padres, pero sí personas cercanas que se dirijan al niño en esos mismos términos (“si nos haces X, entonces no podrás ver televisión, jugar, tener regalos de Navidad”).
Si observas que tu hijo/a pudiera ser objeto de este tipo de dinámicas, Layla sugiere que es fundamental ofrecer acompañamiento, soporte, protección y, sobre todo, recursos.
En concreto, decirles que tienen derecho a:
- Ser tratados con respeto
- Elegir entre sus posibilidades, con quién quieren estar, qué quieren hacer.
- Expresar su opinión y sentimientos
- Defenderse física y emocionalmente
- Decir NO
- Tomarse su tiempo para responder a peticiones de otros niños
- Negarse sin sentir culpa
En el caso de los niños y niñas que recurren a este tipo de verbalizaciones con frecuencia, o que las tienen integradas como mecanismo automático de interacción es importante reflexionar acerca de las necesidades emocionales que pudieran estar requiriendo atención, refuerzo o reconducción.
A veces los profesionales de la educación cuentan con los recursos para atender cuando estas situaciones se dan en el ámbito escolar. Si, por otra parte, observas que tu hijo comienza a usar esta forma de comunicarse en casa, es importante también estar atentas para acompañar y reconducir.
La inteligencia emocional se aprende desde la infancia.